3/11/14

EL ESPEJO DEL ALMA


Dicen que la cara es el espejo del alma; aunque qué pasaría, si cubriéramos nuestro rostro con máscaras. 

Éstas podrían ocultar nuestro verdadero YO, pero y si esas máscaras, no fueran tangibles, y si además,viviéramos en un mundo en el que todos nos ponemos una máscara para salir a la calle, y realmente nadie conoce a nadie.

¿Quién conoce nuestro verdadero alma?, ese alma que dicen que se refleja en nuestro rostro, en nuestras muecas, en nuestra mirada, en nuestras facciones.










Las máscaras aparecieron cuando el hombre tuvo autoconsciencia, y se usaban para fines religiosos, o paganos. En algunos casos incluso las propias máscaras se realizaban con muecas o expresiones que causaran tristeza, temor, o alegría, para así expresar lo que el propio rostro no expresaba.

Lo que sí sabemos, es que la máscara hoy en día, que sólo se usa para ocasiones carnavaleras, o en algunas etnias y tribus,  como simbología religiosa. Pero que no llevemos máscaras físicas no significa que cada uno de nosotros no tengamos una máscara propia, con la que salimos cada día a la calle.










Expresamos alegría en ocasiones que estamos tristes, sorpresa cuando no estamos hastiados, entusiasmo cuando estamos aburridos, todos en alguna ocasión hemos tirado de esa máscara para interpretar un papel que no es el real.

Cuando conocemos a alguien por primera vez, todos sacamos esa "máscara" del bolsillo, la mejor, la más dulce y encantadora, pero poco a poco las máscaras se van cayendo y descubres la verdadera imagen, en muchas ocasiones mejor que la que aparentábamos ser y en otras mucho peor.









Las revistas de moda no se quedan atrás, maquillajes en forma de máscara, tules, encajes, cueros, metales, todo es válido para dar ese aspecto misterioso y casi hierático, que nos muestra expresiones de dulzura, agresividad, sensualidad, o ternura, dependiendo del estilo, color o forma que esta tenga.

En la vida real nuestro rostro puede modificarse, creando nuestra propia máscara, y así no reflejar o no dejar entrar más allá de lo visible.

Para los amantes del cine como yo, sabemos como un personaje puede cambiar de rostro, del más aterrador al más dulce con un simple gesto de su mirada, su sonrisa o sus muecas. Esta es la magia del cine, y de como una misma persona puede cambiar su máscara y ser otro personaje sin añadir nada a su rostro.











Si muchos de nosotros nos enamoramos de un rostro, de una mirada, de una expresión, os imagináis como sería si de repente todos cubriéramos nuestro rostro y solo saliera nuestro verdadero yo, con nuestras virtudes y defectos con el comportamiento y la personalidad, y no por un rostro bonito que nos deje entusiasmados.

Pero el ser humano necesita mirar en los ojos del otro y necesita sentir lo que la otra persona siente, y es por esto que necesitamos ver los ojos, la boca, la sonrisa de las personas, aunque con esto no nos garanticemos que sea su verdadera cara o una fingida.



Por eso a menudo creemos conocer a las personas, por lo que refleja su rostro, identificamos rasgos como partes de la conducta, pero realmente no nos conocemos ni a nosotros mismos, como para garantizar por una expresión del rostro del otro, como es o como se comportaría.

Yo para ser honestos juzgo más las conductas que los rostros, que son mucho más expontáneas, y aún así como decía Platón: "Lo que no se, tampoco creo saberlo"

Os veo pronto!!

Ángeles Castro

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